El proyecto “Organización, Valoración y Promoción de la Trufa Negra de Aragón” ha mostrado los resultados del estudio entre los que destacan el potencial económico y social del sector, pero también la necesidad de mayor regulación y transparencia en los productos trufados
El pasado 11 de septiembre se presentó en el Hotel Meliá de Zaragoza los resultados del proyecto “Organización, Valoración y Promoción de la Trufa Negra de Aragón”. La cita, impulsada por el Grupo de Cooperación Trufa Negra D’Aragón, contó con la participación de la Asociación de Truficultores y Recolectores de Trufa de Aragón (TRUZARFA), la Asociación de Jóvenes Truficultores de Teruel, la Universidad de Zaragoza, el CITA (Centro de Innovación y Tecnología de Aragón) y la FITA (Fundación de Innovación y Transferencia Agroalimentaria del Gobierno de Aragón).
El proyecto aborda algunos de los principales desafíos del sector: el fraude en el etiquetado, la falta de estandarización de la calidad, la estacionalidad y la necesidad de ordenar el mercado. Entre las medidas concretas presentadas destacan la creación del Observatorio de la Trufa, el desarrollo de estándares de calidad centrados en el aroma del producto y la puesta en marcha de una mesa de precios en la Lonja de Binéfar. Con ellas se pretende mejorar la transparencia, ofrecer una retribución más justa a los productores y aumentar la rentabilidad de las explotaciones.
Más allá del aspecto económico, el informe subraya también el impacto social y medioambiental del sector. La truficultura contribuye a fijar población en el medio rural gracias a la creación de empleo y fomenta nuevas plantaciones que ayudan a absorber CO2, generando beneficios ambientales a largo plazo. En este contexto, la marca Trufa Negra d’Aragón se presenta como un instrumento esencial para garantizar la autenticidad y la calidad del producto.
Las conclusiones del Observatorio de la Trufa Negra ponen de relieve la posición de liderazgo de Aragón en la producción mundial de trufa negra, así como la importancia de este recurso para la economía y la identidad del territorio. Sin embargo, el estudio también advierte sobre la situación de los productos trufados en el mercado español. Actualmente se comercializan en torno a 300 referencias —entre salsas, condimentos, aceites, quesos, embutidos o pastas—, pero el análisis realizado muestra que una gran parte recurre a aromatizantes como el bis(metiltio)metano, característico de la trufa blanca, para simular el aroma de la trufa negra.
El informe denuncia, además, la falta de transparencia en el etiquetado, la complejidad de verificar la autenticidad de algunos productos y la ausencia de una normativa específica que regule la comercialización de la trufa y sus derivados en España. Frente a este escenario, propone medidas como reforzar la trazabilidad desde la recolección hasta la venta, establecer protocolos de control más rigurosos y desarrollar campañas de concienciación que ayuden a consumidores y empresas a distinguir entre especies de trufa y a identificar la presencia de aromatizantes añadidos.
Otro de los aspectos señalados es la necesidad de avanzar en educación y divulgación. Los análisis de búsquedas en internet revelan que el término “trufa” genera un interés muy superior al de “trufa negra” y que el nombre científico Tuber melanosporum apenas tiene presencia. Esta falta de conocimiento dificulta al consumidor diferenciar especies y calidades.
En los últimos años, el interés mediático ha sido constante: entre 2015 y 2023 se han publicado más de 3.000 noticias relacionadas con la trufa, lo que refleja su relevancia económica, gastronómica y social. Con iniciativas como este proyecto, el sector busca reforzar la confianza del consumidor, asegurar la autenticidad de los productos y consolidar el papel de la trufa negra como motor de desarrollo rural y gastronómico.